2009, Santiago de Chile.
FEDERICO SANTA MARIA- Azar y destino de una fortuna porteña
Federico Santa María pasó por este mundo ligero de equipaje, casi sin dejar huellas. Su celebridad nació cuando, al morir, donó la inmensa fortuna que había creado con su propio esfuerzo, a la creación de un centro educacional que, concebido para “el proletariado de mi patria”, permitiera al “desvalido meritorio” alcanzar “el más alto grado del saber humano”. Convencido que era “un deber de las clases pudientes contribuir al desarrollo intelectual del proletariado”, Santa María, dedicó gran parte de su vida a generar la riqueza necesaria para cumplir este objetivo.
Hoy, cuando nuestro sistema educacional sigue formando a nuestros hijos para ser a lo más buenos empleados, a la autora le pareció pertinente investigar y dar a conocer, especialmente a los jóvenes, una biografía actualizada de este personaje singular y extravagante quien nacido y criado en el puerto de Valparaíso, desde los 14 años buscó y aprovechó las oportunidades que tuvo delante y con gran empuje, esfuerzo personal y espíritu emprendedor, logró convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo, sin por ello cambiar sus creencias, hábitos y formas de vida. Austero y sobrio pero a la vez aventurero, amante de la vida y de los riesgos, este sobrino nieto de José Miguel Carrera, fue un apasionado patriota que poseedor como todo ser humano de grandes virtudes y no pocos defectos, vivió los últimos treinta años de su existencia consagrado a realizar en diversas partes del mundo los más atrevidos negocios con la finalidad de legar el capital acumulado a quienes, a diferencia de él, no habían tenido las mismas oportunidades de desarrollo.